jueves, 11 de diciembre de 2014

Con mala leche (2)

LA LECHE EN LOS ADULTOS:

   Referente a los adultos, no debemos mantener una postura radical respecto a no consumir leche de origen animal por parte de los mismos. Pero sí es necesario saber que este alimento, que recuerdo que es uno de los alimentos más sobrevalorados del mundo, no es de los más adecuados para el ser humano y por tanto es prescindible totalmente (algunos nutricionistas se echarán las manos a la cabeza, si leen esto), no así los lácteos derivados de la leche, que al ser productos fermentados como el requesón o los yogures, el comportamiento nutricional es completamente diferente, aunque nos pueden causar problemas también. Por tanto, si nos gusta este alimento y no queremos prescindir de él, yo abogo y recomiendo un consumo  bajo o moderado de leche animal, y en formato “entera” o “semidesnatada” y lo más fresca posible ya que como veremos, los procedimientos industriales a los que es sometido este líquido, provoca que sus ventajas nutricionales se degraden o incluso se pierdan, sin contar con las prácticas pseudo-fraudulentas que practica este tipo de industria, que también hace que la leche sea de peor calidad y peor alimento si cabe.
  
   Es más. La leche es un producto que está diseñado para mamarlo y consumirlo a medida que se produce de forma directa. Una vez ordeñada pronto se estropea, y para conservarla debe ser manipulada y transformada en yogur o queso, por ejemplo. También habrá que pasteurizarla y someterla a un breve proceso térmico que resulta muy efectivo, pero que destruye nutrientes a la vez que gérmenes.

   Comencemos por la lactasa. Se trata de la enzima que digiere y descompone la lactosa (el carbohidrato de la leche), y que de niños manejamos bien al necesitarse para la digestión de la leche materna. Según nos vamos haciendo adultos, esta enzima va disminuyendo, hasta en algunos casos desaparecer. De ahí que haya personas adultas que les siente mal la leche, encontrándose hinchados y con malas digestiones. En el peor de los casos y en situaciones de intolerancia extrema a la lactosa, podemos encontrar a personas que no pueden ingerirla al producirles dolores articulares, vómitos, dolor de cabeza, etc.

   Por otro lado, existen otros tipos de alergias (no intolerancia) a la proteína de la leche. Esto puede ser debido al procedimiento de homogeneización de la leche. Esto lo veremos más adelante.

   Prosigamos con el calcio. La industria se ha encargado de dogmatizar a la sociedad mediante el eslogan: “NO HAY CALCIO, SIN LÁCTEOS”. Pueden tener su parte de razón, porque evidentemente los lácteos llevan calcio. Pero la pregunta que todos debemos de hacernos es: ¿Por qué en dónde el consumo de lácteos y leche es mayor (USA, Canadá, Escandinavia), paradójicamente la osteoporosis también lo es? Quizá la ingestión masiva de calcio no sea la solución. En el África subdesarrollado y en países orientales como en China, Korea y Japón donde no consumen leche, no sufren de osteoporosis.

   Paradójicamente, es en los países osteoporóticos  donde se deja antes de amamantar a los bebés… ¿No crees que lo estamos haciendo al revés…?

   Hay que señalar que si sufrimos inflamación (puedes verlo en artículos anteriores), el calcio se depositará en los tejidos blandos inflamados. Si nuestras arterias están inflamadas, el calcio contribuirá a hacerlas más rígidas y también a aumentar la placa de ateroma que podamos presentar. El tándem Vit. D3 y K2 protege a los vasos de esta calcificación, y hace que el calcio se dirija a los huesos que lo precisan.

   Y no sólo de calcio vive el hueso: también necesita magnesio, silicio, estroncio, omega 3 y por supuesto…, ejercicio!! También es importante el material para ligar el calcio. Los huesos más densos no son más fuertes, ya que se precisa una matriz de colágeno, así como 12 minerales diferentes para hacer de “cemento”.

   Por cierto, ya os adelanto que el colágeno pronto estará de moda y se añadirá a muchos productos alimenticios así como a la leche, al igual que se hace ahora con el calcio y los omegas 3. Lo suyo sería, adquirir uno de buena calidad y añadirlo, por ejemplo a un yogur natural.
   Pero a la industria le gusta obviar que para tener huesos fuertes necesitas, ejercicio, vitaminas y minerales, y sobre todo… ¡¡asimilar el calcio que ingieres y no ingerir todo el que puedas…!! Es normal: se dedican a vender su producto, no a preocuparse por tu salud.

   Este concepto es muy importante, ya que una cosa es la cantidad de calcio que contenga un alimento y otra muy distinta, la proporción que se absorbe, lo que se asimila y lo que acaba depositado en los huesos.

   Otro motivo por el cual está documentado que no se absorbe dicho calcio, es la relación entre el fósforo y este mineral. En la leche de vaca es de 3:1, ingiriendo mucho más fósforo y dificultando la absorción de calcio. Esto produce descalcificación:

1 ) Por el que no se absorbe, el propiamente ingerido.
2) Y por el que tiene que ceder el tejido óseo, para equilibrar el exceso de fósforo.
EL PROCESO INDUSTRIALIZADO: DÓNDE REALMENTE NOS ENGAÑA EL “LOBBY” LÁCTEO.


   La leche recién ordeñada es un producto muy delicado y que enseguida se estropea. Para conservarla debe ser manipulada y transformada en yogur o queso, o hervirla y pasteurizarla, procesos que alteran sus componentes. Por otro lado, la leche no es lo que era, ya que el pienso que comen las vacas impregna un sabor muy fuerte a la leche, que nada tiene que ver con las vacas que pastan libres en un prado cualquiera. Aparte que las primeras están todas juntas y casi inmovilizadas, llevando una existencia antinatural y permanentemente tratadas con medicamentos, vacunas, etc. Cosa normal dentro de una producción intensiva y colosal.

   La legislación española no permite apenas modificar la sustancia fresca y natural que las vacas producen, pero en el proceso industrial que se lleva a cabo, se pueden caer en irregularidades y descuidos que harán que diferentes marcas, ofrezcan diferentes calidades.
   Una de las modificaciones que se pueden realizar a este líquido, es extraerle la materia grasa. Es una materia prima muy cara, y con la que la industria láctea gana mucho más dinero que vendiendo leche desnatada. Esta grasa sirve y se vende, para fabricar mantequillas, natas, salsas, aditivos y derivados para la industria alimentaria en general.

   De aquí viene por tanto, la moda de lo “light” ó 0%: No es porque sea lo mejor para tu salud (cuestión discutible o no) sino porque el subproducto que queda es la leche desnatada, y te la han de vender como la leche que necesitas para mantenerte en forma. Mi consejo como decía más arriba, es que si la piensas seguir tomando, utilices la entera o semidesnatada:

1º- Están más equilibradas en cuanto a nutrientes.

2º- Sufren menos procesos indutriales y menos manipulación.

3º- Creéme: Si cuidas tu alimentación y realizas ejercicio, no vas a notar la diferencia en la grasa de una entera a una desnatada.

4º- El sabor es más parecido a la leche “normal”. Si bebes leche, por lo menos disfruta de su sabor, ¿no?

   Para que el aspecto también resulte atractivo se realiza la homogeneización, proceso que adelantábamos al principio. Para impedir que la nata (grasa) forme grumos o una capa superficial que da un aspecto que podría hacer pensar al consumidor que esa leche se encuentra en mal estado, o simplemente al consumidor le repugna ver inquietantes grumitos flotando y moviéndose por su vaso o taza, a la leche se la somete a un tratamiento que rompe los glóbulos de grasa en partículas más pequeñas que se dispersan por el líquido en cuestión.

   “¡Qué guay!” Pensaréis. Pues no tanto, ya que al mismo tiempo se rompe y se bate también a la caseína (tipo de proteína que contiene la leche, sobre todo la de vaca), haciendo que estas pequeñas moléculas se puedan absorber a través de nuestro intestino, pero siendo muy grandes aún para viajar por la sangre, activando al sistema inmunológico e identificando a estos nutrientes como invasores y por tanto produciendo alergia a este tipo de macromoléculas.

   Nuestro intestino pasará a ser permeable y se inflamará (se puede revertir), dejando pasar además otros patógenos, causándonos infecciones, gastritis varias, Crhon, etc… Lo que viene siendo una fiesta…

   Otro problema que conlleva el proceso térmico al que se somete la leche, es que produce lactulosa; para que todos lo entendamos se trata de lactosa caramelizada. Dado que es un tipo de azúcar, al verse sometida a un alto pero corto calentamiento que además de acabar con numerosos minerales y vitaminas, hace que eleve el índice glucémico de la leche, aumentando a su vez el riesgo de diabetes si nos pasamos bebiéndola. También es esto lo que nos puede hacer engordar y no la grasa.

   Tampoco la industria va a dejar de aprovechar aumentar la producción, si puede hacerlo con algunos de estos métodos como: bautizar la leche (añadirle agua), emplear los subproductos del queso como el suero, añadir leche en polvo para enriquecerla, etc. Son procesos que son  muy fáciles de detectar en laboratorios, pero que se han venido haciendo desde siempre.

   Resumiendo: se bebe peor leche que hace 10 años, siendo la producción anual de una vaca el doble que hace 20 años. Eso sí; a costa de una menor concentración de nutrientes, y por tanto os aconsejo que limitéis su consumo al mínimo posible.

   Si os gusta la leche de vaca o de origen animal y optáis por seguir consumiéndola, podéis seguir haciéndolo, ¡faltaría más...! Pero mis recomendaciones son estas:

a)      Opta por una leche de tipo “fresca refrigerada”. Caduca mucho antes, pero la calidad es mejor que las otras que no precisan frío. Las podréis encontrar donde los yogures y refrigerados.
b)     Para asimilar el calcio, más no es mejor. Para facilitar su correcta asimilación necesitarás minerales, colágeno, vitaminas D3 y K2 y lo más importante: Ejercicio. Y si es de fuerza, mejor.
c)      Como sustitutivos más idóneos y más nutritivos, podemos emplear proteína de suero lácteo (WHEY), que es el sucedáneo de nuestra leche materna, muy rica en lactoglobulinas. También os brindo la posibilidad de probar las leches de origen vegetal: de arroz, de avena, de almendra… ¡Todas menos la de soja! (Ya os hablaré de ella)


   Y mis últimos consejos tanto a nivel general, como en particular en este tema tan controvertido como es la leche, es que debemos adoptar una actitud crítica, aperturista y cualitativa:

1-      Crítica: Porque no siempre lo que nos publicitan o nos quieren vender, es precisamente lo que necesitamos. La información y divulgación veraz y objetiva es fundamental.
2-      Aperturista: Estamos ante una ciencia muy dinámica en la que se producen  descubrimientos y estudios cada poco tiempo. Por ello lo que hoy vale, mañana quizá no, teniendo que tener capacidad de adaptarnos a dichos cambios, desterrando mitos y leyendas que hoy en día perduran y están grabados a fuego en algunas colectividades, pero sobre todo en la cultura popular.
3-      Cualitativa: No todas las estructuras moleculares de alimentos similares son iguales. Química y genéticamente, la calidad e idoneidad de la composición de los alimentos es de suma importancia, aunque algunos nutricionistas se empeñen en que es todo es lo mismo.


Más no es mejor. Mejor es mejor. 
Saludos y hasta la próxima.

Jesús EP
masca104@hotmail.com