miércoles, 21 de mayo de 2014

Síndrome metabólico e inflamación crónica

Podemos considerar al tejido adiposo, como el tejido que tiene como función el almacenamiento de la grasa corporal. Un órgano más en nuestro organismo como se hace desde hace unos pocos años por parte de investigadores médicos, dado que interactúa con el cerebro y con el resto del sistema endocrino como en el próximo artículo os mostraré.

   La epidemia de obesidad  o del exceso de grasa corporal, hace que este tejido adiposo crezca a modo de cómo lo hacen las células cancerosas en el desarrollo de un tumor. Todo esto también provoca inflamación, siendo la fase previa a la obesidad epidémica. Y cuando hablamos de inflamación, me estoy refiriendo a un tipo de inflamación celular crónica por debajo del umbral del dolor.

   Pasado el tiempo estaremos a merced del síndrome metabólico crónico, con síntomas como triglicéridos altos, colesterol bueno (HDL) bajo, así como niveles altos de insulina. Síntomas que si no se tratan, o mejor dicho, si no se corrigen mediante la reprogramación alimentaria y por supuesto, la implantación en nuestra vida de la actividad física, irremediablemente estaremos abocados a un accidente de tipo cardiovascular quizá irreversible, o en el mejor de los casos, que padezcamos diabetes en el plazo de una década o incluso en menos tiempo, al margen de un agravamiento o una aceleración de dolencias y patologías que podamos padecer dada nuestra programación genética y su correspondiente activación antes de tiempo a raíz de esta inflamación invisible, dando comienzo en nuestro organismo una de las muchas o varias al mismo tiempo de las enfermedades crónicas que actualmente padecen muchas personas.

   La conexión entre la obesidad y la enfermedad crónica se produce cuando empieza a desprenderse grasa que se localizaba en las células adiposas (adipocitos), convirtiéndose en tóxica y vertiéndose en la sangre afectando a todo nuestro organismo incluyendo al cerebro y a nuestro sistema inmunológico. El resultado, son enfermedades “nuevas” (como ya vimos en el anterior artículo sobre la Epigénetica) como cardiopatías, cáncer, parkinson, Alzheimer, alergias, asma, diabetes, fibromialgia, artritis, lupus, síndrome de Chron, colitis ulcerosa, depresión, etc.

   Entre otros factores como puede ser la falta de actividad física o el exceso calórico, os muestro los 4 factores principales que provocan mayormente este tipo de inflamación:

Hidratos de carbono refinados de bajo precio: Este tipo de CHO (carbohidrato) hace que se genere mucha insulina. Los alimentos procesados hacen que este tipo de comida resulte muy sabrosa a base de carbohidratos refinados, y la industria aprovecha los mecanismos de recompensa del cerebro para provocar que nos “enganchemos” a este tipo de CHO’s. Lo compondrían los almidones refinados, harinas ultrarefinadas, bollería industrial, pan barato, dulces, azúcares en forma líquida (refrescos), fructosa en alta cantidades, etc.

Aceite vegetal barato: Los aceites que contienen grandes cantidades de Omega-6 como el maíz, el girasol, cártamo y de los de baja calidad como el lampante, en conjunción con la insulina secretada por la ingestión de los CHO’s anteriores, son la materia prima para la fabricación de ácido araquidónico (AA) en nuestro organismo, grasa muy perjudicial y tóxica, y para que os hagáis una idea de los efectos de esta sustancia: una inyección de este ácido graso a un conejo o a un perro, causa su muerte en unos minutos debido a la inflamación aguda, provocando un fallo multiorgánico.
   Si en casa utilizas este tipo de aceite, cosa que no te recomiendo encarecidamente, imagina que es lo que utilizan en las cadenas de comida rápida o incluso en algunos establecimientos hosteleros para cocinar…

Ausencia o disminución de Omega-3 (aceite de pescado): Estos ácidos grasos se comportan como potentes antiinflamatorios, y cuando quedan desbalanceados con los Omega-6, o bien porque el consumo de éstos es en grandes cantidades o bien porque no se ingieren suficientes Omega-3, es otro paso más hacia la inflamación celular crónica teniendo la insulina disparada por los CHO’s.

Ausencia o disminución de ingesta de proteínas: La proteína en principio sacia por unos mecanismos hormonales que próximamente veremos, y además contraregula la insulina haciendo que se segregue glucagón, hormona que tiene los efectos contrarios a la insulina. No se trata de atiborrarse con proteína como abogan muchas dietas (Paleo, Dukan, etc), sino adecuar la cantidad que precisa cada persona según sus necesidades, y sobre todo su actividad física. Además, debe de ir balanceada con los CHO’s. Como veis, una de las claves es el equilibrio entre los diferentes conceptos que os muestro.


   Dado que esta inflamación celular se encuentra por debajo del dolor, ese es el principal motivo que la hace peligrosa: mientras no haces nada al respecto, sigue atacando a tus órganos hasta que pasados unos años las lesiones celulares ocasionadas, te provocarán una enfermedad crónica visible.

   Esta enfermedad crónica la provoca la inflamación, sí. Pero también está provocada por la expresión de los genes, activando o desactivándolos como ya vimos en la Epigenética.

   La solución para revertir esta situación, se encuentra la modificación del primer factor que originó esta situación: la dieta.

   “Bueno, a mi no me interesa esto… Yo estoy delgado…” Sí, puede ser… pero por poco tiempo en el mejor de los casos, porque en el peor y según tu genética, puedes seguir comiendo de forma que mantengas la inflamación muchos años, perdiendo energía y acelerando tu envejecimiento global y el más preocupante: el envejecimiento cerebral.

   Las personas delgadas debido a su programación genética, en lugar de almacenar el exceso de energía en forma de grasa, ésta se transforma en radicales libres, acentuando su inflamación, así como su envejecimiento.

   Para mostraros un ejemplo gráfico de este tipo, podrías visualizarlo muy delgado con las extremidades muy finas y alargadas, pero con el paso del tiempo cada vez con la tripa más hinchada (barriga cervecera), típico signo de una situación pre-diabética por hiperinsulinismo.

   Con toda probabilidad, estarás necesitando comer más de la cuenta para poder obtener un poquito de energía, dado que uno de los efectos de la inflamación celular crónica es que necesitamos (tanto con sobrepeso como sin él) mucha comida para generar ATP, que es en definitiva la energía que precisamos para vivir, dormir, pensar, entrenar, etc.

   Esto es debido a la secreción excesiva de insulina, dado que es una hormona de almacenamiento haciendo que nuestras reservas adiposas sólo conozca el camino del depósito. Lo ideal sería es que ese camino fuese de almacén y de gasto, y eso se consigue con la moderación de la insulina.

   Si tienes interés por saber si padeces este tipo de inflamación, aquí te muestro como poder saberlo a través de una simple analítica de sangre:

1-      Ratio Á. Araquidónico / EPA (Ácido Eicosapentaenóico);*
Peligroso: >15;  Alto: 10;  Bueno: 3;  Ideal: 1,5;

2-      Insulina en ayunas: Peligroso: >15uU/ml; Alto: 10uU/ml; Bueno: 5uU/ml; Ideal: <5uU/ml;

3-      Ratio de TG (Triglicéridos) / HDL (Colesterol “bueno”);
Peligroso: >4;  Alto: 3;  Bueno: 2;  Ideal: <1;

*Este parámetro analítico al margen de no resultar económico, con casi total seguridad es probable que tu médico y/o laboratorio lo desconozca.

   En el siguiente artículo conoceremos y explicaremos el nuevo puzzle endocrino que debes conocer para conseguir tus objetivos.


   Hasta el próximo artículo y cuídate.





Jesús EP
masca104@hotmail.com



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