lunes, 2 de febrero de 2015

GRASA CORPORAL Y MUJER (I)

   Antes de nada hay que señalar que la naturaleza diseñó a la mujer esencialmente para concebir. A partir de ahí podemos entender muchas cosas que aparentemente no entenderíamos en la cultura occidental actual como pueden ser las esculturas prehistóricas en algunos casos, donde se consagra y adora esa función especial de la mujer o incluso personificando a la madre naturaleza y su acción de crear. (Venus de Willendorf. Paleolítico)


                        
   Esa grasa en unas caderas más anchas que en los varones, a modo de almohadilla que recubre caderas y glúteos, tiene su función primigenia en acoger al ser que está por nacer. Se trata de una grasa estrogénica, conteniendo dicha zona muchos receptores para estas hormonas, y se tiene en mayor o menor medida según los hábitos, la genética, la alimentación de la mujer en cuestión, pero sobre todo por el simple hecho de ser mujer.

   Esta grasa se ha convertido en el “mal” de muchas mujeres debido a los actuales cánones de belleza occidentales, donde impera esa imagen de mujer “perfecta” con las curvas justas y de extrema delgadez aunque con los labios y los pechos aumentados utilizando para ello la cirugía estética, también usada para reducir esta grasa ginecológica de las caderas, que en realidad no han supuesto un problema estético hasta hace aproximadamente unos 20 o 25 años.

    De hecho en Brasil, dónde no hace mucho imperaba un ideal femenino  muy personal, exclusivo, autóctono y por qué no decirlo: sensual…, el canon dictaba que se debían tener grandes y anchas caderas, junto a redondas y celulíticas nalgas, en combinación con unos pechos firmes pero pequeñitos… Pero también llegaron los cánones globalizados y sus ideales, cediendo terreno las exuberantes caderas a costa de aumentar el tamaño de los pechos de las brasileñas, llegándose a multiplicar las intervenciones de este tipo junto a las de reducción de caderas mediante la liposucción.

   Y si me permitís una pequeña pero interesante reflexión sobre los ideales de belleza, he de decir que normalmente los ideales masculinos y femeninos son autoimpuestos. ¿Qué quiero decir con esto? Que paradójicamente el hombre se autoimpone un ideal para sí mismo, en el que él mismo determina lo que puede gustar o atraer al otro sexo, al mismo tiempo que de la misma forma también lo hace la mujer. Esto sucede en función de las modas, las tendencias y lo que determine directamente o indirectamente el conjunto de la sociedad en sí, según el momento o la situación en la que nos encontremos.

   Os ilustraré con un ejemplo actual: dejarse la barba el hombre. Actualmente la tendencia y la moda marca que esto debe ser así, y el hombre opta por autoimponerse este atributo. De ese modo la mayoría de mujeres lo empiezan a ver como normal, e incluso les comienzan a resultar atractivos estos hombres barbudos, hasta a las mujeres que no les gustaba absolutamente nada y jamás se habían planteado tener como pareja un hombre con barba.

   Por otro lado paradójicamente, no suelen coincidir antropológicamente los gustos de lo que ofrecemos y de lo que nos ofrecen. Otro ejemplo práctico para que lleguéis a visualizarlo, puede consistir en un varón que quiere estar lo más musculado posible, porque él así se siente bien con su imagen pero no teniendo en cuenta que su masa muscular extrema, no levanta demasiada pasiones entre las féminas, aunque él crea que así tiene muchas más posibilidades de gustar a muchas más mujeres.

   Otro ejemplo al contrario, es una mujer que acude a la cirugía para implantarse más talla de pecho, se mantiene lo más delgada posible y se retoca mediante alguna intervención estética el rostro. En esa imposición de la sociedad tendente a estar lo más delgada posible y carente de caderas (ideal femenino andrógino de la “moda de pasarela” impuesto por los modistos), encontramos que quizá a la gran mayoría de la sociedad masculina no les guste esa delgadez extrema que parece que toda mujer debe lograr, a pesar de su altura, constitución, genética o biotipo. Hasta en eso, no llegamos a coincidir hombres y mujeres.

   Siguiendo con el tema que nos ocupa, ya hemos visto que esta grasa de la cadera en la mujer es especial, y por dicho motivo no se comporta  al igual que la que almacenamos en el resto del cuerpo. Cuando una mujer quiere adelgazar o se plantea perder grasa de forma global o de esta zona de las caderas, identifica que lo hará como un hombre. Por ello, se pondrá a “dieta”, comenzará un plan más o menos serio de ejercicio y pasado un tiempo verá que pierde peso, observando que la grasa de las caderas no se mueve de ahí.

   Sobre todo veremos que esta persona pierde a gran velocidad (si la dieta es muy extrema) durante las primeras semanas, grasa y volumen de la cara, apreciándose las ojeras y los pómulos considerablemente. Si se continúa a este ritmo podría quedar descolgada la piel del cuello (papada) creando un pliegue considerable al no dar tiempo a que se adecue la tersura de la piel a la nueva situación.

   También veremos disminuir los senos, corriendo el riesgo que queden marcas (estrías) por la velocidad a la que van adelgazando con un aspecto estético deficiente, complementado con los efectos de los rebotes (efectos yo-yo) a lo largo de los años, al no mantener lo conseguido por hacerlo de forma incorrecta. Ocurre lo mismo con la parte posterior de los brazos, las famosas “colganderas” de los tríceps: también se puede amplificar el problema en esa zona.

   Por supuesto el contorno de la cintura y el abdomen disminuirá, pero con el riesgo de padecer más estrías y el problema de piel sobrante, que se puede convertir en irreversible en algunos casos extremos, y teniendo finalmente que acudir a la cirugía estética para arreglar este problema.

   ¿Y la grasa de la cadera y el culo…? ¡Horror! ¡Aún sigue ahí…! Esa mujer volverá a retocar su “dieta”, extremando más aún la disminución de calorías y nutrientes y pensando: “Si he perdido peso con esta cantidad de comida…, si como menos, la grasa de la cadera se empezará a quemar…” “Y ¿si a esto, aumento el tiempo que salgo a correr…?” 

   Lo que estará provocando es una potenciación de un terrible efecto rebote, que tarde o temprano llegará con unos efectos devastadores metabólicamente hablando, ya que estará sobreelevando el cortisol a cantidades suicidas, desajustando todo el puzzle hormonal que vimos en uno de los anteriores artículos.

   Dejemos claro que esta grasa no actúa como el resto. Ya hemos dicho que tiene un componente hormonal muy importante. Esto no quiere decir que existan unas mujeres con más estrógenos que otras, ya que más o menos todos los seres humanos sanos y normales, nos encontramos en unos rangos y cantidades homogéneas y calibradas con unos máximos y unos mínimos, de cualquier parámetro endocrino.

   Lo que sí más puede influir en estos casos, no es la cantidad de hormona, sino los receptores celulares de la grasa que las mujeres presentan en las caderas: A unas chicas la misma cantidad de hormona, puede dar la orden a estos receptores celulares que acumulen más grasa que otras, con la misma cantidad de estrógeno.

 Las claves para manejar esta grasa estaría en estos factores:
-         EL PROTOCOLO DE EJERCICIO ADECUADO.
-         LA ALIMENTACIÓN CORRECTA.
-         SUPLEMENTACIÓN o TRUCOS QUE NOS PUEDEN AYUDAR.


     En el próximo artículo lo detallaremos. ¿Te interesa?





Jesús EP
masca104@hotmail.com






1 comentario:

  1. Interesantísimo y muy bien explicado, estoy deseando leer la próxima entrada.

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