jueves, 30 de enero de 2014

Somos lo que comemos

Antes de proseguir en el desarrollo del primer artículo, quiero mostraros una nueva disciplina dentro de la nutrición, que es de reciente creación y donde se están llevando a cabo increíbles descubrimientos y avances en lo que a la nutrición se refiere: La Epigenética.

   Esta ciencia dentro de la nutrigenómica, estudia la interrelación entre los nutrientes de la alimentación e incluso  otros factores ambientales, con los genes y sus mutaciones en los seres humanos. Por ejemplo, se cree que el hambre en sí no puede afectar a los genes, pero que el efecto de pasar hambre en situaciones extremas podría hacer que el efecto de algunos genes relacionados con enfermedades, se activasen o se desactivasen.

   Los investigadores afirman que la dieta y la actividad enzimática influyen enormemente en la activación y desactivación de los genes, siendo este impacto transmitible a las siguientes generaciones. Por otro lado, de esta manera se deduce que por ello hemos llegado a ser lo que somos, dada las modificaciones genéticas producidas en función de nuestro entorno generación tras generación durante miles de años.

   Por tanto, la comida no sólo nos nutre sino que puede llegar a modificar nuestros genes. De hecho, se han realizado experimentos con gemelos, que han llevado diferentes estilos de vida a partir de un punto concreto de su vida en lo que respecta a su alimentación y hábitos, produciéndose cambios en el ADN de ambos individuos, aunque sigan presentando el mismo patrón genético.

   Estos cambios que se producen en gemelos, se deben a la metilación del ADN que comienzan a diferenciarse más acusadamente a partir de la edad en la que su estilo de vida y alimentación deja de ser la misma. De hecho desde el punto de vista epigenético según los investigadores, dejarían de presentar la misma genética.
   ¿Qué factores pueden afectar a estos cambios en nuestro organismo? Pues está claro que se debe a la alimentación y las bebidas que ingerimos, a los venenos y drogas como por ejemplo el alcohol, e incluso a los materiales sintéticos que tocamos o a las sustancias químicas a las que estamos expuestos como por ejemplo el Bisfenol A o el tabaco…; todo ello juega un importantísimo papel. Los rayos UV del sol y las hormonas del stress tienen mucho protagonismo y peso epigenético también.

   Básicamente nuestro estilo de vida  es el que influencia y determina nuestro desarrollo epigenético activando o desactivando genes, convirtiéndonos en lo que somos.
   Todo esto, pero fundamentalmente el papel de la alimentación, está siendo estudiado en Amsterdam a través del triste episodio de bloqueo alimenticio durante 6 meses, al que fueron sometidos los holandeses en el invierno de 1944 por parte de los alemanes en la segunda guerra mundial, muriendo miles de personas y resultando especialmente afectados los menores y las mujeres embarazadas.

   Aunque una hambruna por extrema que sea no puede modificar nuestro ADN como comentaba al principio, se observó que la malnutrición que padecieron los holandeses, activó y desactivó de forma permanente los genes de los niños de la generación de la postguerra, según los investigadores holandeses. Esto hace que algo que ocurrió hace años, tenga un efecto biológico más tarde confiriendo, según explica la epigenética, memoria a las células al dejar marcas muy establecidas y localizadas.
   En otro lugar lejos de Europa, en concreto en la India, se investigó a un grupo étnico de personas vegetarianas por convicciones religiosas en las que los adultos y los niños gozaban de perfecta salud a pesar de las pésimas condiciones de higiene (comparadas con las de Europa) en las que se movían, proporcionándoles su dieta todo lo que precisaban diariamente.
   Varias familias de esta etnia al emigrar a Inglaterra enfermaron enseguida a pesar de seguir comiendo de la misma manera. Esto se debía al hecho de que las verduras al lavarse meticulosamente, se llegaba a eliminar una bacteria que proporcionaba la vitamina B12 a este tipo de personas vegetarianas. La vitamina B12 es muy importante en el metabolismo así como a nivel neurológico.

   Otro ejemplo lo encontramos en Japón. A pesar de ser una gran potencia mundial y de estar fuertemente industrializada, es uno de los países con más baja incidencia de cáncer en comparación con otros de similar industrialización. La explicación se encontraba en el consumo de té verde que en Japón está muy extendido y la sustancia derivada de hervir sus hojas frescas, que da como resultado un “elixir” que reactiva a un gen que con la edad se va desactivando, haciendo que estos genes activados luchen contra las células de origen cancerígeno.
   Esta sustancia que contiene el té verde, es la Epigalocatequina-3 Galato (EGCG), e inhibe la acción de las células tumorales y cancerosas. Células tumorales por otra parte, de las que se crean en nuestro organismo diariamente 500.000 de ellas, y de las que tiene que encargarse nuestro sistema inmunológico.

   Por tanto, lo que comemos y nuestros hábitos influyen en nuestra salud y en ocasiones para el resto de nuestra vida, como demuestra día a día la epigenética. Pero los científicos demuestran lo que ya se “sabía” o simplemente se sospechaba de algunos alimentos que estaban muy bien considerados y su influencia en nuestra salud en la antigüedad, como por ejemplo en lo que respecta a las propiedades del aceite de bacalao y el pescado, que se ha visto que activan los genes que generan anticuerpos, o las propiedades que nos aportan las frutas, que controlan el crecimiento desmesurado y sin control de células (cáncer).
   La primera en sospechar del poder del brécol fue Catalina de Medici (1519-1589), reina de Francia  que tuvo 10 hijos, muriendo algunos de ellos. Ella hizo traer brócoli, entre otras verduras y hortalizas desde su Italia natal, ya que creía en sus propiedades nutritivas y saludables, logrando que sobrevivieran el resto de sus hijos.
   Los investigadores sospechan que existe una herencia epigenética, y que todo lo que hagamos puede llegar a influir en los genes que trasmitamos a nuestros hijos. E incluso siendo los primeros momentos de gestación del feto y lo primero que comen los niños en sus primeros meses, dos de los momentos más cruciales para su correcto desarrollo. De hecho, esto es tan importante y determinante que existe una sustancia que se desprende de los envases plásticos como pueden ser los biberones, que es el Bisphenol A, que tiene consecuencias hormonales al comportarse como un estrógeno sintético, prohibiéndose su uso en algunos países europeos.

   Sería como dar a nuestros bebés píldoras anticonceptivas cada vez que recalentamos su biberón de comida. También esta sustancia podría ser la responsable de acelerar la pubertad en las niñas, haciéndoles crecer el pecho a muy temprana edad. En los varones también podría ser el causante de desarreglos y disfunciones como la ginecomastia o el sobrepeso.
   En los adultos, los estudios indican que este compuesto podría incidir en aumentar el grado de obesidad haciendo que engordemos más. Por supuesto los estudios que presenta la industria del plástico, muestra a este compuesto como inócuo. Aun así, en Francia y en otros países europeos han vetado al Bisphenol A, prohibiendo su presencia en los plásticos destinados al sector alimentario. Aquí en España, aún se lo están pensando…
   De hecho, la ingesta de los fitoestrógenos presentes en la soja alimenticia en ratones genéticamente idénticos, hace que el pelaje de estos animales sea más claro o más oscuro en función de la prevalencia de soja en su comida.

   RESUMIENDO:
   La conclusión es que la epigenética podría tratar y descubrir enfermedades incluso antes que éstas se manifestasen y que el desarrollo de medicamentos epigenéticos será la gran novedad en un futuro quizá no muy lejano. Mientras llegan esos medicamento, una dieta adecuada podría prevenir estas enfermedades y algunos cánceres.
   Para ello contamos con las estrellas de la nutrición epigenética que son: el aguacate, la granada y el brócoli, cuyos “milagrosos” efectos se llevan investigando desde hace mucho tiempo.

   También juegan un papel muy importante las hortalizas y verduras de hoja verde y los cereales, al contener ácido fólico (sustancia esencial en la desmetilación de los genes). Las espinacas, la cebolla, el ajo, la coliflor, las bruselas… contrarrestan los efectos de los xenoestrógenos ambientales como los que aporta el Bisphenol A.
   El pescado azul es muy importante en la mujer gestante, al contener grasa esencial para el correcto desarrollo cerebral del feto. Este tipo de pescado contribuye a un mayor rendimiento cognitivo y a una mayor longevidad en los adultos, gracias a los Omega-3 y al Selenio que contienen.

   El cacao (que no el chocolate…) con la gran cantidad de antioxidantes que presenta, son muy destacables sus beneficios. Por el contrario cabe señalar que en ciertos estudios se ha culpado al consumo de carne como la causante de restar años a nuestra vida.
   Y ¿qué decir de nuestro maravilloso oro líquido como es el aceite de oliva…? Sus polifenoles suprimen a unos genes promotores de la inflamación celular, reduciendo la oxidación del ADN.
   Incluso los investigadores señalan que el ser optimista tiene efectos epigenéticos: pensar de forma positiva, vivir sin contradicciones, ser buena persona, generoso, agradecido y ser feliz, contribuye a la salud de nuestro ADN… Pero esto último no hace falta que te lo digan los científicos… ¡Es de cajón!

   Por tanto, no podemos culpar a nuestros genes por nuestro comportamiento o enfermedades ya que nosotros también somos responsables en última instancia de como los activamos y en qué forma lo hacemos en relación a nuestra conducta y a la manera en la que nos exponemos a los carcinógenos o a las sustancias ambientales.

  
Lo de “Somos lo que comemos” se ha convertido en realidad. 

  A modo de ilustración en el siguiente gráfico, podemos comprobar como las muertes producidas en 1900 difieren en su tipología de las producidas en 2010, en que las primeras tienen un componente más infeccioso (condiciones de vida más duras) que genético además de presentar un perfil más variado en cuanto a patologías.

   En las muertes de 2010 destacan las enfermedades cardiovasculares como puede ser el infarto de miocardio debido a nuestros actuales hábitos nutricionales y de estilo de vida, junto al cáncer (¿de origen genético o epigenético?), así como la aparición de nuevas patologías como el Alzheimer o la diabetes tipo 2, esta última aumentando por momentos.







Jesús EP


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